domingo, 3 de febrero de 2008

Triste Beltran

Aquí en Oaxaca todo es tranquilo, mi vida, la vida de mi perro, la de mi familia, las vacaciones, aunque el precio del pasaje subió y los mototaxis apestan.

Caminaba, recordando lo sucedido en Triste Beltrán, la tierra en donde nació, el pueblo que había dejado kilometros atrás, aquel dichoso lugar que guarda sus alegrias y la única tristeza que no pudo soportar.

Triste Beltran era un pueblo de excelente llanura, al oeste daba inició un bosque imponente y desconocido para algunos, al norte se hallaban dos montes colosales, donde pastoreaban a sus animales, al este pasaba un río que los proveía de agua, y aprovechaban para regar sus sembradios, hacía el sur el camino accidentado y peligroso que llevaba hacia Venyalt.

Jajaja cuando menos lo espere entrare a clases, aunque fueron tres semanas de excelente descanso, exigo más.
Debo salir a comprar, también a reparar por ahí un objeto tecnológico que hemos descompuesto, uff que flojera quería quedarme en mi choza linda a perderme por la red.

¿Cómo un pueblo tan aislado podía sobrevivir?, su economía se basaba en su ganado y cosechas de cereales, tubérculos, verduras y frutas, se repartían para el pueblo, todos trabajaban las tierras y les daban mantenimiento, cada cuatro meses venían los mercaderes de Venyalt a intercambiar objetos y materias inovadoras, por los excendentes que se producían.
Juventino era el mejor negociante con los mercaderes, siempre soño pertenecer a ellos, pero por su honestidad y trato justo, ganó enemigos venyaltnences, eso no le importó, quería lo mejor para todos.
Delgino era más hábil para el trabajo, siempre afirmaba "lo mío es el trabajo rudo, nada de palabrerias".


Lo más pequeño es un misterio y lo sagrado tan sencillo.